miércoles, 14 de enero de 2009

Las Kumari de Nepal: Diosa viviente

Las Kumari de Nepal: Diosa viviente
En Nepal, el convulsionado reino enclavado entre China y la India, dos niñas vírgenes son diosas vivientes, seguidas y adoradas por millones de fieles. Una tiene su templo en Katmandú y la otra en Patán. Como armonía entre dos culturas milenarias, la tradición asegura que una diosa hindú se encarna en una niña de origen budista. Las eligen a los dos años, pero esa potestad sólo permanece hasta que una herida o la llegada de la pubertad provoquen una pérdida de sangre, por mínima que sea.

Anna Boyé: La mujer y dios

Anna Boyé: Fotógrafa.
Durante 5 años esta fotógrafa ha estado trabajando sobre la espiritualidad de la mujer en el mundo. El libro empieza con la niña diosa del Nepal o Kumari, escogida por el sacerdote real de Katmandú entre las niñas de la casta Sakya. La niña debe tener varios distintivos como nacer en la luna llena de abril, tener la piel blanca o no llorar después de pasar toda la noche en una sala con cabezas cortadas de jabalíes y la imagen de la diosa Taleju. El libro también trata, por ejemplo, la ciudad de las viudas de Vindravan en la India, el camino de la igualdad de la mujer en Marruecos o la situación de la mujer en China después de años de estricta prohibición.

LA CIUDAD DE LAS VIUDAS


LA CIUDAD DE LAS VIUDAS
Cuando pierden a sus maridos, las mujeres de las castas más bajas de la sociedad india apenas tienen otra salida que irse a Vindravan, una pequeña ciudad sagrada al norte del país, en la que malviven de la caridad el resto de su vida. En muchas ocasiones todo lo que el marido les ha dejado es una chabola de barro que se deshace con las crecidas del río y las lluvias. Nadie les ayudará a reconstruirla. Otras veces su propia familia las abandona. Cada día al amanecer las casi cinco mil viudas que viven en Vindravan se dirigen a los dieciocho templos de mujeres que hay en la ciudad y comienzan las oraciones y cánticos a Krisna. Por ocho horas de rezos cobran una rupia.

martes, 13 de enero de 2009

lunes, 12 de enero de 2009

GITANAS




Tres cuevas del Sacromonte de Granada albergan el primer museo de la mujer gitana

La muestra recorre la historia, las tradiciones y la evolución de la cultura calé en España.
Un grupo de gitanas granadinas constituyeron a principios de los noventa la primera asociación feminista gitana, Romi. En 2006 vieron cumplido uno de los objetivos por los que más trabajaron en los últimos años: la creación del primer museo centrado en la mujer gitana. Un recorrido por su historia, sus tradiciones, el flamenco y, sobre todo, por la vida de mujeres (algunas famosas, pero la mayoría anónimas) que han contribuido a cambiar el rol de la mujer dentro de su propia cultura. El museo se encuentra en las cuevas de la Chumbera, en el barrio del Sacromonte.
El museo dedica una de sus salas -tiene tres- a la India, tierras de las que salieron los primeros gitanos que se asentaron en España.


Tras conocer cómo abandonaron la India, en la llamada sala de la Historia se exponen libros, manuscritos y algunas de las leyes que dictaron los Reyes Católicos sobre los gitanos. Un largo listado que da cuenta de sus difíciles inicios en España.



La primera ley, de 1499, decreta "azotes, destierros, corte de orejas y esclavitud de por vida" al gitano que no tuviera una vivienda estable "o tome vivienda al servicio de un señor". Casi tres siglos después, las cosas no habían mejorado mucho: tenían prohibido hablar en caló y vestir sus trajes populares, se les permitía vivir en cualquier sitio "excepto en la corte y demás sitios reales" y quien incumpliera las normas podía recibir castigos "contumaces" como "marcas de fuego y muerte".
La segunda sala-cueva del museo se centra en el inicio del movimiento feminista gitano (impulsado en Granada en 1999) y en recordar a gitanos (y sobre todo gitanas) destacadas, algunas conocidas como Marina o Chonchi Heredia y otras más en la sombra, como Carmen Carmona, la primera gitana granadina licenciada en Traducción e Interpretación. En esta sala se recuerdan también la ascendencia romaní de celebridades como Charles Chaplin y Elvis Presley.
Las mujeres han reservado la última sala de su museo al esoterismo gitano, sobre todo a las recetas de hierbas medicinales que han rescatado de sus abuelas.

domingo, 11 de enero de 2009

ARETHA FRANKLIN, la mejor cantante de todos los tiempos.

La reina del soul, Aretha Franklin ha sido elegida como la mejor cantante de todos los tiempos por la revista Rolling Stone, que en el último número de su edición española ha publicado una lista con los cien intérpretes más destacados de la historia del rock.Los vocalistas negros acaparan los primeros diez puestos de esta lista, ya que junto a Aretha Franklin figuran Ray Charles, en el segundo puesto; Sam Cooke, en el cuarto; Marvin Gaye, en el sexto; Otis Redding, en el octavo; Stevie Wonder, en el noveno; y James Brown, en el décimo.El primer intérprete blanco incluido entre los cien mejores cantantes de la historia es Elvis Presley, en el tercer lugar, mientras que John Lennon aparece en el quinto y Bob Dylan en el séptimo.Según ha explicado Rolling Stone, esta clasificación se ha realizado con los votos de "todos los protagonistas de la industria musical", incluidos los propios cantantes, mediante una papeleta que debían rellenar con los nombres de veinte intérpretes.La revista ha desvelado algunas anécdotas protagonizadas por varias estrellas del rock que participaron en esta votación.El británico James Blunt no tuvo inconveniente en elegirse como mejor cantante de la historia -escribió su nombre por delante de los de Freddie Mercury y Al Green-, mientras que la viuda de Kurt Cobain, Courtney Love, decidió a última hora tachar el nombre del líder de Nirvana del primer puesto de la lista para poner el suyo.Keith Richards, el guitarrista de los Rolling Stones, se incluyó entre los mejores veinte cantantes, pero omitió en su papeleta al vocalista de su banda, Mick Jagger.No obstante, el cantante de los Stones reunió los votos necesarios para aparecer en el puesto dieciséis de la lista, precedido por Robert Plant -el vocalista de Led Zeppelin-, Al Green, Roy Orbison, Little Richard y Paul McCartney, que ocupan los puestos que van del quince al once, respectivamente.La gran mayoría de los intérpretes de la lista nació en la década de los cuarenta, aunque también aparecen algunos cantantes de los primeros años del siglo XX, como los bluesmen Howlin' Wolf, que ocupa el puesto 31, y John Lee Hooker, situado en el 81.Cristina Aguilera, con 28 años recién cumplidos, es la artista más joven de esta clasificación, y está situada en el puesto 58, por delante de clásicos como Jerry Lee Lewis, Wilson Pickett y James Taylor.También figuran entre los más jóvenes de la terna el cantante de Radiohead, Thom Yorke, de 40 años, en el puesto 66; Mariah Carey, de 38, que ocupa el puesto número 79; y Mary J.Blige, que a punto de cumplir 37 años cierra esta clasificación, en la que figuran 23 mujeres y 77 hombres.

viernes, 9 de enero de 2009

MUJERES TIBETANAS

La brutal represión que China articula en el Tíbet desde hace más de medio siglo, no ha logrado atenuar la tenacidad de estas mujeres. Por el contrario, ellas son la base fundamental de la resistencia frente al opresor, la argamasa que mantiene cohesionada a una sociedad que sufre la ocupación de un enemigo que se muestra capaz de aplicar los métodos más abominables para perpetuarse en el poder.

MUJER EN PUSHKAR

jueves, 8 de enero de 2009

MUJERES EN AFRICA

MARUJA TORRES PREMIO NADAL 2009

La escritora barcelonesa Maruja Torres ha conseguido el Premio Nadal 2009, dotado con 18.000 euros, por la novela Esperadme en el cielo escrita en primera persona por una escritora que al fallecer se reune en el cielo con sus amigos, Terenci y Manolo, junto a los que recuerda sus correrías literarias y la Barcelona de la posguerra, la de su juventud.

martes, 6 de enero de 2009

LA CASA DE BERNARDA ALBA

Basada en la novela de Federico García Lorca.
"La casa de Bernarda Aba" es una historia de mujeres sin hombre. Bernarda, que a la muerte de su marido se queda al cuidado de sus cinco hijas, somete a éstas a una disciplina tal que resulta, en la práctica, un enterramiento en vida. La aparición de un hombre, Pepe el Romano, para casarse con Angustias, la hija mayor, desencadena una serie de acontecimientos que conducen a este grupo de mujeres a un inesperado final.

Lisístrata

Se cuenta en algún libro antiguo que al pedirle Dionisio de Siracusa a Platón la constitución ateniense, éste prefirió regalarle las comedias de Aristófanes (445-380 a. C.). La sabia decisión del filósofo se explica por la estrecha relación que guardaban las obras del dramaturgo griego con la realidad política, social y cultural de Atenas. Los más distintos aspectos de la vida cotidiana y de los personajes del poder están en esas páginas cómicas: la “nueva educación” (Las nubes), los tribunales de justicia (Las avispas), el demagogo y el belicista (Los caballeros), la riqueza (Pluto), los gobernantes (Las aves), la guerra (La paz), Eurípides (Las ranas), por mencionar algunos. Junto a Cratino, Aristófanes encarna la sátira política convertida en arte dramático. Políticos, magistrados, guerreros, sofistas y ricos, todos fueron escarnecidos por el genio insolente del poeta y crítico.
En la comedia Lisístrata (414 a. C), el tema es la guerra. Aristófanes elige como protagonista a una mujer ateniense (Lisístrata), perspicaz y enérgica, que decide convocar a las mujeres de Atenas, de Beocia y del Peloponeso, para un asunto de gran importancia: detener la guerra que está arruinando a Grecia (La Guerra del Peloponeso comenzó en 431 y terminó en 404 a. C.). Convencida de lo poco que se puede esperar de los hombres, ávidos de poder y dinero, Lisístrata anuncia que la salvación de Grecia se halla en manos de las mujeres (“Sobre nosotras descansa la República”) y les hace una sorprendente propuesta: “Mujeres, si queremos obligar a los hombres a hacer la paz, es preciso declararnos en huelga… de la cosita”. Todas las mujeres, propone Lisístrata, deberán evitar la relación sexual con sus maridos hasta verlos inflamarse por el deseo y la desesperación: “Abstengámonos y ellos harán rápidamente la paz. Estoy segura de ello”. A pesar de que algunas se oponen al principio, como Calónice (“Haré todo lo que tú quieras […] Todo antes que renunciar a la cosita; pues no hay nada en el mundo que se le iguale”), al final todas aceptan y se aglutinan en la Acrópolis.
En una de las escenas más memorables de la obra, un magistrado interviene para interrumpir la conspiración (“Bastante se ha demostrado ya la desvergüenza femenina, con sus tamboriles, sus orgías sin fin y sus gritos”), pero gracias a la habilidad y el vigor discursivo de Lisístrata, la huelga se mantiene incólume. Esta situación inusitada arroja pronto a sus primeras víctimas. Cinesias, con una repentina y crecida tensión que le consume el cuerpo y le impide caminar debidamente, acude a la Acrópolis para encontrarse con Mirrina, su mujer. Pero ésta, fiel al plan de Lisístrata, se niega a satisfacerlo. En esta escena, Aristófanes utiliza su ingenio cómico para hacer arder a Cinesias en una pira intolerable de deseo por su mujer (que sólo juega cruelmente con él): “¡Maldita mujer! Me veo listo, preparado y desnudo, ¡y ella me abandona! ¿A quién deberé dirigirme, cuando la más hermosa de todas se burla de mí? ¿Y cómo darle alimento a este deseo?”.
La abstinencia masiva de las mujeres se vuelve insoportable no sólo para los hombres atenienses, sino para aquellos de Beocia y del Peloponeso, donde Lisístrata había enviado representantes. Por esta razón, con incómodas y gigantescas protuberancias, comienzan a llegar embajadores de la paz a Atenas para firmar el cese de la guerra en Grecia. No pueden estar más sin sus mujeres. La estrategia había sido un éxito.
Como el teatro era la verdadera escuela de la vida en la antigua Grecia, Aristófanes aprovechó cada una de sus obras para cuestionar y ridiculizar duramente a los personajes públicos contemporáneos, odiados y envidiados por muchos, así como para promover la paz en tiempos de guerra. Lisístrata es una comedia que da ejemplo de ello. En esta pieza literaria no sólo se critica lo absurdo de la guerra, sino que es, quizás, uno de los textos más antiguos en el que se reivindican los derechos de participación política de la mujer:
¿No podemos dar un consejo a la República? Somos mujeres, sin duda, ¿pero es ese motivo para rechazarnos, si traemos algún consuelo para nuestros males? Nosotras también pagamos nuestra parte en los impuestos.
Mientras otros enseñaban retórica, Aristófanes, con gran sentido poético, ponía en escena la caricatura del poder. Si, como dijo Cioran, Francia tuvo la dicha de haber entrado en la modernidad con un escéptico como Montaigne, es decir, con preguntas antes que respuestas, la vieja Grecia fue afortunada por representar en sus escenarios la mordacidad de Aristófanes; instrumento, sin duda, de educación cívica.